Temblando aún, la bella mariposa nocturna emergió del capullo. Medio aturdida permaneció inmóvil sobre una rejilla disimulando las ansias de sacudir sus empenachadas antenas, y de agitar las alas rondando una luz.
Los grandes ojos dibujados en sus alas espantaban a cualquiera. Los reales, cerrados, soñaban con descubrir luces en la oscuridad.
De pronto, el viento la arrojó de bruces al piso. La ágil mano del gato Martín aplastó su frágil cuerpo y desde sus alas desdibujadas un polvillo brillante ascendió.
Entonces, se levantó Sol, la ovejera, apartó al gato y engulló a la mariposa, que ni una noche vivió.
(Breve historia en cien palabras para ejercitar lectura y comprensión en niños de entre siete a ocho años.)
Muy bonito, Saricarmen, tengo un nieto de 4 años, Iker, al que le cuento historias, pero aún lee mal, aunque conoce todas las letras. Mañana le contaré la historia de la mariposa, pobrecilla, se lo adornaré un poquito…
Un abrazo..
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Tendrás que adornarlo bastante, porque le dará pena. Tengo otro más apropiado que luego publicaré. Diego cumplirá seis en febrero.
Le agregué tu estrofa a Lluvia de primavera.
Un abrazo.
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Triste como muchas cosas de la vida pero muy comprensible y real. Me gusta. Buen martes Saricarmen
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Gracias Winnie por tus buenos deseos. Para ti también, aunque imagino que ya quedará poco día por ahí.
De vez en cuando tengo la suerte de descubrir alguna de esas bellas mariposas y de ahí se originó la historia. Bien dices, la vida tiene de todo ; pero todo es temporal.
Un abrazo
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