Cierto día la familia ciempiés se preparaba para un largo viaje.
Entonces, la previsora mamá trajo los cómodos zapatos que guardaba para esas ocasiones.
_ ¡Vamos, apresúrense! _decía papá.
A todos les complicaba calzar y abrochar sus veintiún pares de botines, pero valía la pena regresar sin ampollas ni llagas.
Los padres encabezaron la caravana bajo la húmeda hojarasca y partieron sin chistar.
De pronto, unos contenidos gemidos los obligaron a detenerse para averiguar.
¡Ohhhhhh!
Los zapatos de Pequeñín lucían unos mirando hacia adelante, otros para atrás. ¡Todos sin abrochar!
¡Ahí mismo, panza arriba, de tanto reír llegaron a llorar!
(Breve historia en cien palabras para ejercitar lectura y comprensión en niños de entre siete a ocho años.)
Ay amiga qué historias tan lindas… y para emocionar, enseñar y hacer sonreír a todas las edades. ja ja. Gracias por empezar así hoy mi domingo. Abrazo grande para ti.
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También para ti, Winnie.
Besos.
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