Plumillas de nieve
escondidas pasajeras
invisibles frías y ligeras.
Impulsadas por el aire viajáis
como si fueseis blancas flores
de una congelada primavera.
Plumillas de nieve
escondidas pasajeras
invisibles frías y ligeras.
Impulsadas por el aire viajáis
como si fueseis blancas flores
de una congelada primavera.
Desde El Cielo 
Me encanta el lento caer de los copos,
como bolas de algodón flotando en el aire,
cubriendo con su manto blanco el jardín.
Mañana anuncian cambio de tiempo con posibilidad de nieve en los próximos días, Iker está emocionado, le encanta la nieve. Un abrazo.
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También a mí me encanta verla caer silenciosamente, pero no por un tiempo muy prolongado. De otra forma, comienzo a sentirme aprisionada, aplastada, ahogada por ella. No sé de dónde me viene esa sensación ni por qué.
Nunca ha nevado aquí donde vivo. Sólo llega hasta unos cincuenta kilómetros más cerca de la cordillera. Así que para verla, debemos viajar.
Un abrazo.
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Cuando era niña, la nieve duraba todo el invierno, la carretera del pueblo permanecía cerrada quince días o más hasta que la quitanieves pasaba. Ahora ya no nieva apenas.
Un beso.
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También está en mis recuerdos de niña. Al volver de la escuela mamá me quitaba las botas y los calcetines de lana y me sentaba frente a la abierta puerta del horno de la cocina a leña, para que calentara mis pies, mientras me servía un tazón de leche caliente con cacao (aún no conocíamos el Colacao).
En otras ocasiones llegaba llorando tras sufrir las bromas, generalmente de los compañeros varones, que imprevistamente nos dejaban caer nieve por la espalda, tras tirar del cuello de nuestra ropa.
Besos.
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Precioso. Un abrazo, Saricarmen! 😊
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¡Gracias, Lidia! Me alegra que te guste.
Un abrazo.
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ME DA QUE TÚ POEMA HA LLEGADO EN EL MOMENTO IDÓNEO, POR AQUÍ NO TARDARÁ EN CAER
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O sea que la idea de publicarla vino «como anillo al dedo»…
¡Qué bien, Peris, si puedes disfrutar de su presencia!
Un abrazo.
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