Mis manos atrapan las palabras
que revolotean en el firmamento
de mis locos ensueños.
Las degusto, las huelo, las reúno,
las cobijo en el calor
de mis palmas agrietadas. Seguir leyendo «Blanda y cálida»
Mis manos atrapan las palabras
que revolotean en el firmamento
de mis locos ensueños.
Las degusto, las huelo, las reúno,
las cobijo en el calor
de mis palmas agrietadas. Seguir leyendo «Blanda y cálida»
Y aunque este en particular lo ha parecido en tan sólo algunos pocos días, es verano y enero es tiempo de luciérnagas…
Las luciérnagas están guardadas en mis recuerdos de infancia, junto con los del pequeño pueblo precordillerano donde nací. En ese entonces las llamábamos candelillas. Había muchas, y por las noches cuando aprovechábamos de jugar hasta muy tarde fuera de casa, gracias a la agradable temperatura, las atrapábamos para guardarlas en algún pequeño frasco y así observarlas por más tiempo. También, en otras ocasiones, las restregábamos sobre nuestra ropa y así quedaba en ella un leve rastro de su luminosidad (¡qué desconsiderados!). Seguir leyendo «Es verano, y enero es tiempo de luciérnagas»