Una singular amistad

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Había una vez un joven y esbelto palote marrón claro, que muy quieto e inmóvil parecía otra rama de la zarzamora donde vivía. Durante el día permanecía inmóvil, dormitando, mientras bullía la vida junto a él. Siempre se le oía decir lo mismo:

_Si fuese más pequeño… Si pudiese dormir de noche… Si tuviese alas… Si encontrara con quien conversar…

Era el menor de su familia y ellos nunca abandonaban ese lugar; en cambio él, al terminar cada día, luego de alimentarse,  sentía la imperiosa necesidad de salir.

Entonces, guiado por los cantos y sonidos, recorría muchos árboles sin encontrar a nadie. Terminaba exhausto y abatido.

Un día, mientras descansaba, quedó maravillado: vio abrirse un capullo que colgaba de una rama cercana, y al cabo de un momento, emergió de él una robusta y bella mariposa nocturna, con unos hermosos y grandes ojos dibujados en sus alas, que extrañada lo saludó y le preguntó.

_¡Hola! ¿Eres una rama con patas y cabeza, o mis ojos me engañan?

_Ves bien. Soy un palote en busca de amigos _respondió con tristeza.

_Pues, ya tienes una. Podremos acompañarnos cada día, al anochecer, cuando salga en busca de alguna luz.

_¡Qué pena! _replicó el palote. Detesto la luz, veo mejor en la oscuridad.

La mariposa guardó silencio durante un largo rato; al cabo de él, dijo:

_¿Sabes qué? Se me ha ocurrido una solución. Pondré a lo largo de tu lomo unas luciérnagas que me atraerán permanentemente hacia ti, y como no las verás, no te molestará su luz. Iremos juntos donde quieras.

Así fue, que cada noche, la mariposa seguía al palote en sus correrías formando una extraña pareja de amigos nocturnos. Cada cierto trecho se detenían a descansar. Entonces, aprovechaban de conversar sobre la vida, la naturaleza que los rodeaba y la felicidad que les producía haberse conocido.

Transcurrieron varias semanas disfrutando de su amistad durante las más cálidas noches de ese verano.

Un día, el palote le preguntó a su amiga:

_¿Te has dado cuenta que ya se está notando la cercanía del otoño?

_¡Sí, lo he notado ya! He comenzado a despertar por las mañanas, y eso significa que pronto encontraré una pareja para luego poner muchos huevecillos _respondió la mariposa con un dejo de tristeza en su voz.

_También yo estoy observando cambios en mi cuerpo. He ido envejeciendo y se ha ido oscureciendo el color de mi cubierta. Termino muy cansado y durante el día mi sueño es demasiado pesado. Pronto, ya ni siquiera querré salir de mi zarzamora.

Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, en vez de continuar durmiendo, la mariposa salió a revolotear cerca del lugar donde vivía su amigo palote. Pronto apareció un macho de grandes antenas que comenzó a cortejarla.

Más tarde, ella voló hasta los maitenes cercanos y con mucha dedicación,  depositó en el suelo muchos huevecillos semejantes a semillas.

Esa noche él la espero por largo rato, pero ella no asomó.

La noche siguiente sí se encontraron, pero por primera vez, los amigos prefirieron permanecer bajo la fronda de la zarzamora en vez de visitar algún árbol. Los dos respiraban con dificultad y se cansaban al hablar. La mariposa se veía notoriamente más delgada, y el palote, lento y torpe en su caminar.

_Amiga mariposa _dijo él. He sido muy feliz este verano. Has sido la mejor amiga que pude haber encontrado. Pero ya ves, el tiempo no pasa en vano. Se terminaron mis deseos de explorar el mundo y lo único que anhelo es permanecer junto a mis padres y mis abuelos. Me parece que ha llegado el momento de despedirnos.

_Ya lo sé, amigo. Estoy llegando al final. Se acaban mis fuerzas, porque también se agotan las reservas que me mantienen con vida. Sólo te pido que en la primavera acojas a mis larvas. Les cuentes que me conociste, y les digas, que mi mayor pena es no poder recibirlas ni abrazarlas.

Torpemente, con sus finos y alargados brazos, el palote rodeó el cuerpo de la debilitada mariposa. Ella batió lentamente sus antenas y unas gruesas lágrimas corrieron por el delgado lomo de él.

Con sus últimas fuerzas, ella lo acompañó hasta las ramas que formaban el hogar de su amigo, y él le acomodó un suave lecho de hojas para que ella descansara.

Al crepúsculo del día siguiente, cuando despertó, lo primero que hizo fue ir hasta donde había dejado a su amiga, pero ella permanecía inmóvil y no contestó a su saludo.

Desde entonces, cada noche, el ahora palote marrón oscuro, se queda junto a ella admirando los hermosos ojos dibujados en sus alas, sintiendo que nunca dejarán de mirarlo con ternura y curiosidad.

Cuento infantil.

10 comentarios en “Una singular amistad

    1. ¡Uf! Un tanto atrasada mi respuesta… , pero vale igual. Más, cuando tal como lo deseaste, fue un feliz martes para mí, porque fui a visitar a mi pequeña nieta Alma y volví con el corazón rebosado de ternura.
      ¡Qué bueno que te ha gustado el cuento, Yolanda! Me parece que es el invierno con su poca cantidad de luz natural, el que ha intensificado tu sensibilidad. ¡Nada de lágrima floja!
      ¡Un gran abrazo!

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  1. Muy bonito, Sari, la vida te premia cuando te regala con un buen amigo. Sabes que siempre le tendrás ahí, siempre con la mano tendida y un abrazo cuando lo necesites. Generosidad y empatía, si todos echáramos mano de ellas más a menudo, el mundo iría mucho mejor.
    Le contaré a historia a Iker, seguro que le gustará.

    La mariposa en su lecho
    estiró las alas
    en un postrer esfuerzo
    por regalar su belleza
    a su buen amigo.

    Un abrazo para tu martes.

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    1. Encontrar al buen amigo o amiga, es lo difícil. Estos personajes a pesar de sus diferencias encontraron la forma de hacer prevalecer la amistad.
      ¡Gracias por tu abrazo, Estrella, aunque sólo hoy te pueda contestar!
      Una buena noche para ti, porque me parece que ya es la hora en te aprestas para descansar.
      Un gran abrazo.

      Le gusta a 1 persona

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