¡Crunch! ¡Crunch! ¡Crunch! Sus mandíbulas no cesaban de morder.
_¡Ohhhh! ¡¿Quién deja estos agujeros en mis lechugas?! _ gritó don Sofanor.
La oruga se inmovilizó al oírlo, justo cuando unos dedos gruesos la cogieron cuidadosamente.
Hasta que nada alteró ese silencio, su blando cuerpo continuó sin revivir.
Tímidamente miró: ¡Ahora estaba sobre una áspera hoja de yuyo!
Entonces comprendió que la habían alejado de esas láminas suaves, tiernas y jugosas Sin embargo estaba viva y, ¡eso era lo mejor!
Rápida y urgentemente avanzó estirando y encogiendo su grueso cuerpo verde hasta encontrar una tierna hoja, que bajo sus mandíbulas desapareció.
(Seguramente esto ocurrió el día de San Valentín y por eso don Sofanor le perdonó la vida).
Breve historia en cien palabras para ejercitar lectura y comprensión en niños de entre siete a ocho años.
Gracias pues a San Valentín, por salvar una vida 😉 Muy bonito cuento. Un abrazo, SariCarmen! 😘 🌟
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😀
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Que bueno leerlo y volver a sentirme una niña. Gracias, es precioso. Besos a tu alma.
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Qué alegría saber que te ha gustado! 😀
Nos hace bien guardar en nuestro corazón un poco de la curiosidad de los niños, aunque ya nada nos quede de ingenuidad.
Gracias por comentar, amiga! 😘 😘 😘
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Pues, no se qué decirte, yo creo que me queda mucha jajaja, todavía me siguen diciendo: » Mira, Un burro volando» y soy tan tonta e ingenua que me lo puedo creer. Besos a tu corazón.
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¡Nada que decir María del Mar! ¡Enhorabuena! 😀
Te queda mucho de niña aún!👍
Besos😘😘😘
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