Mientras camino siento,
huelo, escucho;
mientras vivo palpo,
percibo, pienso;
mientras avanzo
ignoro, yerro,
pisoteo, desprecio,
castigo o hiero…
Y en todo,
la grandiosidad absoluta,
hasta en el detalle más leve,
la certeza de encontrarte,
de saborear tu presencia
dentro y fuera de mi azotea…
Estás presente.
Intuyo el recio abrazo,
me abrigo con tu fuerza
siempre.
Al cobijo de tu lumbre
deploro lo mal andado,
sufro con la mezquindad
de mi humana materia,
detestándome descubro
que estoy ausente
de tu aureolada presencia.
Deja arrastrar mis impurezas,
morder el lodo,
respirar hedores…
Será quizá más fácil soñando
que un día tu mano grande
también a mí me acoge…
La boca
ya no tendrá temblores
para suplicar y pedir
que me perdones…
Muy lindo poema.
Un abrazo
Me gustaMe gusta
¡Me alegra que te guste Luis!
Otro abrazo!
Me gustaMe gusta