La primera anécdota que publiqué en esta categoría procede de mis primeros años de profesora, cuando ejercí en una modesta escuela rural, situada en la pequeña localidad de Cajón, distante a pocos kilómetros de la ciudad de Temuco. La que les cuento ahora es de la misma época.
Era un frío día de invierno y con mis alumnos de tercero básico, de entre ocho a nueve años y hasta más en algunos casos especiales, me correspondía realizar una clase de Arte. Felizmente, cada sala contaba con una estufa a leña, la que en ese momento nos permitía disfrutar de un ambiente más agradable que en el exterior.
Una vez que los alumnos encargados repartieron los materiales y yo diera las instrucciones correspondientes, al verlos ya concentrados en sus creaciones estimé que, perfectamente podría acercar mi mesa a la estufa para estar más cerca de la fuente de calor y desde ahí observar a los niños y aclarar las dudas que pudieran surgir. Por un rato revisé algunos apuntes para trabajar en la próxima hora, y luego abandoné mi silla para sentarme en el borde de la mesa. Entonces procedí a bajar la cremallera de mis botas de gamuza (me encantaban porque se ceñían muy bien a mis pantorrillas) para sentir mejor el calor del fuego, dejando al descubierto mis piernas.
Al cabo de un momento comencé a oír unas risitas contenidas. Observándolos disimuladamente reparé que uno de los niños mantenía su mano sobre la boca, riéndose y mirándome con cautela.
─¿Por qué te ríes, Ignacio? ─inquirí.
Como se pusiera colorado y no respondiera, insistí con mi pregunta.
Presionado, riéndose con picardía y vergüenza, a la vez, me explica:
─Señorita… es que el Alberto dice… ¡Qué bonita carne tiene la señorita!
Y todos prorrumpieron en risas, lo mismo que yo, mientras Alberto se ponía rojo como tomate y le lanzaba «miradas asesinas» a quien lo había delatado.
Pues, claro, yo usaba medias transparentes (de las «indemallables», como alguna vez le oí decir a mi abuela). Entonces, indudablemente, estas favorecían la apariencia de la piel de mis piernas originando el pícaro comentario.
No está de más decir, que enseguida procedí a subir el cierre de mis botas para no distraer a mis alumnos ni provocar otro comentario semejante.
Que anécdotas tan bonitas nos regalas siempre Sari, qué bonita profesión la de enseñar.
Un abrazo querida amiga⚘
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¡Gracias, Yvonne! Me alegra que te gusten. Es una profesión gratificante y agotadora, a la vez. Implica mucho más que enseñar, por lo mismo requiere de gran criterio y responsabilidad.
Ya no ejerzo, pero no logro dejar de sentirme profesora.
¡Un abrazo!
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Mi hija también lo es y siente gran vocación, es muy feliz con sus pequeños.
Te felicito por la magnífica labor que hacéis los maestros.
Un abrazo Sari.
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Sentir la vocación permite trabajar a gusto y con ganas. Mis saludos para ella.
¡Abrazos!
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Gracias querida Sari, se los daré de tu parte. ⚘
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Vaya, vaya, qué picarones eran los niños. 😉
Jajaja. Lo que hace la inocencia. Aunque seguro que tenían razón y has tratado de decorárnoslo un poco. Jajaja
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Hay que considerar que contaba con 23 o 24 años, por ese entonces, Antonio.
Siempre noté ese toque de picardía y lo atribuyo a una característica de su etnia (el 98 por ciento de los alumnos de esa escuela rural eran de origen mapuche, pueblo originario de la región). Y no lo he decorado ¿ah? Fue tal como sucedió.
¡Un abrazo!
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Jajajaja, una anécdota de las que nunca se olvidan. Gracias por hacerme sonreír, lo necesito mucho mi Sari. Besos a tu lindo corazón.
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¡Qué bueno que te haya hecho sonreír, Marimar! Ojalá no sea que lo necesitas porque estés enferma. Recuerda que nada es eterno y que después de las tormentas viene la calma, amiga.
¡Un enorme abrazo con mucho afecto!
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Qué majos, todavía inocentes. Me ha encantado eso de «carne», je, je. ¡Me encantan tus anécdotas!
Un abrazo
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Ahí estuvo la gracia, lo chistoso: denominar como «carne» a mis piernas 😂😂😂
¡Qué bueno que te gusten, Luna!
¡Otro abrazo de vuelta!
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Jajaja, es muy gracioso lo de la carne. Carne es, dijeron lo que pensaban.
Me encanta el nombre que le dio tu abuela a las medias.
Besos, Sari
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Sí, tienes razón, Paloma, era lo que veían… 🤣
Seguro que antes de ese tipo de media existieron otras que se les corrían los puntos; pero a las «indemallables» ¡se les formaba tremendo hoyo!
¡Un abrazo, Paloma!
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Graciosa anécdota! En la enseñanza se guardan gratos recuerdos. Abrazos.
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¡Oh, sí! Unos gratos, otros menos. Pero igual se quedan pegados en nuestros recuerdos para siempre. ¡Gracias, Isabel!
¡Un abrazo!
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Peor hubiera sido que en vez de buen gusto fueran reminiscencias caníbales 😂😂
Saludos Saricarmen ✋
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¿Y si todos conserváramos algunas sin notarlo? ¿Solo hasta vivir situaciones extremas? Uhhh…
¡Un abrazo, JM!
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En tu caso una divertida anécdota sin ninguna malicia. En una situación extrema, a saber si nuestros instintos nos juegan una mala pasada.
Saludos Saricarmen 🖐️
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¡Qué bueno! Los niños tienen unas cosas…¡
Lo mejor, el título!
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¡Sí, nos pasan sorprendiendo! ¿El título? 😂😂😂 Te diré que del filete original va quedando cada vez menos… Comienza el tiempo del «enjutamiento»… 😧
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Una vecina mía dice que llega un momento en el que hay que elegir entre «enjamonarse» o «amojamarse»…Jijiji…
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😁😁😁😂😂😂
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¡Que divertido! Ya me imagino que bien te mirabas con esas botas de gamuza, con decirte que te imaginé durante todo el relato 😃.
Me ha dado un poco de tiempo revisar el blog y sé que cuando entro a tu espacio me la transportas siempre a tu mundo.
¡Un abrazo y beso! 🤗🤗🤗
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Siempre me he arrepentido de no haber guardado esas botas; creo que aún me seguirían gustando 😊 Y respecto a la anécdota, cada vez que la recuerdo vuelvo a reírme; fue un momento especial y simpático.
Agradezco que te des a la tarea de recorrer el blog, más aún sabiendo que lo disfrutas, ¡gracias nuevamente!
¡Besos!
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Graciosa anécdota.
Yo, ya jubilado, pensaba poner un taller de literatura aquí, en el interior del Uruguay.
Pero, por cosas del destino, me integré a la política y de forma especial; ya que los jóvenes del partido me toman como su consejero.
Así que con un club político en mi casa y muchos jóvenes rondando, no me queda tiempo.
Un gran abrazo.
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Tienes bastantes y entretenidas actividades, Luis. Lo bueno que tampoco dejas de lado la escritura. ¡Bien por ti y por aquellos jóvenes que se enriquecen con tu saber!
¡Un abrazo!
¡Un abrazo
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Otro para ti.
Son un gusto tus anécdotas y cuentos.
Un abrazo.
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¡Gracias, Luis! Tengo más anécdotas pendientes de revisar su redacción.
¡Un abrazo!
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Otro para ti.
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