Calor
Ni brisa ni urgencias
sólo calma y pereza.
Con sus invisibles alas
el sol nos embriaga
El sufriente paisaje
en ardorosa estatua
pronto se convierte.
(Desde ayer vivimos una ola de calor inusual para esta época, en que la temperatura media oscila entre los veinte a veintiún grados, nada más.
¡Uf, cuánto calor! Los treinta y dos grados de ayer los esperamos y sufrimos sólo en verano. Hoy, continúa igual.)
¿Será verdad el cambio climático? O esto ya pasó hace millones de años, quién sabe, si ni siquiera saben los sabios que fue primero la gallina o el huevo.
Un abrazo.
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Creo haberlo comentado antes. ¡Sí! Lamentablemente hay; es más, estamos viviendo un cambio climático.
Felizmente en pocos días más dispondremos de agua potable, gracias a unos proyectos que impulsa el gobierno para las zonas rurales. Así, si llegara a secarse nuestro pozo, siempre tendríamos agua.
Un acalorado abrazo para ti.
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Y aquí pasmaditos de frío, hay que ver…
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¡Justo al revés!
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Una sombra y un botijo,
la hamaca y el abanico,
el cuaderno y el bolígrafo
es todo lo que necesito
cuando el termómetro
se sube a treinta y pico…
Tómalo con calma, que pasará enseguida, aunque todavía os queda todo el verano. Parece increible, nosotros empezando el invierno, aquí ya con la calefacción a tope e incluso la chimenea algún rato y ahí con ese calor…
Un abrazo
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¡Me encantan tus comentarios en versos!
¿Cómo será un botijo? Una especie de cántaro con agua fresca?
Y razón tienes. A esta hora nada queda de calor.
Aquí estamos en el proceso de trozar y picar leña para que se seque durante el verano. Y así da vueltas la vida, una y otra vez.
Luego iré a regar. Tengo unas pocas plantas de ají, tomates y porotos (¿judías son para ustedes?) Además de las verduras pequeñas como acelgas, cilantro, perejil, apio, ciboulete, tomillo.
Un abrazo.
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El botijo es un recipiente de barro, bastante esférico, cerrado, con dos pitorros, uno con la abertura más grande para echar el agua y otro más pequeño para beber y con un asa para trasladarlo…
Mantiene el agua fría. Cuando yo era pequeña y no había ni agua corriente en casa ni frigoríficos, íbamos a la fuente con el botijo para tener agua para beber. Ahora ya no se usa, aunque yo tengo uno, me gusta verlo, me recuerda mi infancia en el pueblo, en la casa de mi abuela. Seguramente en internet verás imágenes.
Por cierto, hablando de botijos, hace unos dias mientras lo cambiaba de sitio pensé que tenía que dedicarle algunas letras, a ver si me pongo a ello.
Un abrazo.
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Mucho has tardado en escribirlos… Todo objeto elaborado con greda me produce un encantamiento muy especial. No sólo por su materia prima, sino también porque en ellos queda la huella del espíritu de quienes los crean. Y para ti, que evocan tu infancia será mayor aún.
Besos.
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