Apenas alcanzó a oler el queso cuando ya el acero apretaba sin piedad su hocico. Si hubiese tanteado con el pie, como le recomendó su madre antes de salir, otra suerte habría corrido. «No te preocupes, ma», le había dicho. «Ya estoy grande, no es necesario que me lo recuerdes cada vez. Pero bien dicen, que más sabe el diablo por viejo que por diablo…», recordó, antes de pasar el último soplo de aire por su nariz rota.
Esta es mi participación de julio en el reto Cinco líneas del blog de Adella Brac
Palabras a incluir este mes: pie, rota y preocupes.
Eso le pasa por meter las narices donde no le llaman. 😉
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En invierno, la curiosidad y el hambre, los vuelve osados. O bien, era muy impulsivo, ¡vaya uno a saber!
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Oh, qué pena el pobrecito. Si es que un trozo de buen queso es irresistible, yo le entiendo.
Un abrazo. 🙂
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Es verdad, Luna… ¡La tentación es grande!
¡Un gran abrazo!
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Como a Luna, me ha dado pena el ratoncillo.
Besos, Sari
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Sí, pobrecillo… Me temo que es descendiente de ratón Ton Ton (https://saricarmen.wordpress.com/2017/02/04/raton-ton-ton/)
¡Un abrazo grande, Paloma!
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Pobre ratoncito, muy bueno el relato Sari, me encanta.
Besos de luz.
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¡Gracias, María! Son tiernos en los cuentos, aunque un tanto repulsivos en la realidad. Por aquí en el campo, en invierno, merodean más cerca de casa, pero los gatos los mantienen a raya resultando innecesario recurrir a las trampas.
¡Besos también para ti!
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Estas jóvenes ratas
a sus anchas campan.
Si huelen el queso
pierden las patas
y el hocico estampan
hasta triscar el hueso.
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¡Tus réplicas en versos son geniales, JM! Y de paso aprendí una palabra: triscar.
¡Gracias, amigo! ¡Un abrazo!
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Muchas gracias Saricarmen 😁🖐️
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Me encanta el relato aunque me da pena el ratoncito! Una muerte muy triste, no quiero saber qué pensó su mamá. Un abrazo Saricarmen 🐾
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Al final, las mamás son las que más sufren con las consecuencias del actuar descuidado de los hijos; debe haberse puesto muy triste cuando lo esperó hasta el amanecer y no volvió.
¡Otro abrazo de vuelta, Rosa!
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Y además sin segunda oportunidad, o tal vez escapó sólo con la nariz rota. Un abrazo.
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Hasta ahí nomás llegó, si no pudo quitar de la trampa la nariz apresada. Es de esperar que sirva de lección para sus hermanos, al menos.
¡Un abrazo fresco de invierno para tu cálido verano, Carlos!
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Pingback: Breverias XLVIII – jm vanjav hasta en 500 palabras+
Ay, pobre, cuánto cuesta ganarse el… Queso! Muy instructiva, Sari. Me recordó los cuentos y fábulas que leí de pequeña. A mi siempre me fastidiaba mucho que los mayores tuvieran razón… 🤣🤣🤣Un abrazo cariñoso
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Me resulta novedoso saber que a los niños pueda fastidiarles ese hecho; aunque quizá ya no eras tan pequeña cuando pensabas así.
¡Otro abrazo cariñoso de vuelta!
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Noooo! Pobre ratoncilo! Snif snif!
Saluditos Sari!
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¿Un gato sufriendo por un ratón? 🤣🤣
De los gatos se había salvado; pero del ingenio de una trampa y de su propia impulsividad, no. Le servirá de lección al resto, no sufras.
¡Saluditos también para ti, Littlecat!
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Es que soy un gato amigo de los ratones. 😀
Tranquila, no sufriré mucho. Jaja!
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😊😊😊😊😊
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Me recordó a los adolescentes, a esa edad no hacemos mucho caso de lo que nos aconsejan los adultos.
¡Cómo la vida misma!
Un abrazo Sara
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Nada como experimentar en carne propia, es la mejor manera de aprender; solo que esta vez el ratoncillo no fue precavido y le «salió el tiro por la culata»…
¡Otro abrazo de vuelta, Marisa!
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Pobrecillo, y pobre su mamá 😟
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Tienes razón, Elia. La que sufrirá las consecuencias será la mamá…¡una pena!
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Muchas veces no nos damos cuenta del sufrimiento ajeno.
Incluso el de los animales.
Muy bueno.
Saludos.
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La ley del más grande o del más fuerte, quizás. Un poco de compasión nos vendría bien.
Agradezco tu visita, Luis y comentarios.
¡Un abrazo!
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Otro para ti.
Buenas noches.
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