Los hijos jamás sabrían cuántas veces se había «mordido la lengua» escondiendo su amargura. Pasó el tiempo, ellos crecieron y emigraron; el viejo se puso cascarrabias y gruñón. Ya no era la misma, pero ¡no se postergaría más! Cogió su maleta y dejó un cartel sobre la mesa, junto a la entrada: «¡Me declaro libre de esta esclavitud! Rearma tu vida que yo comienzo una nueva. Adiós».
Esta es mi participación en https://adellabrac.es/reto-5-lineas/
Palabras a incluir en enero: entrada, ellos y veces